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27 de octubre de 2011

'Contagio', una cura para el aburrimiento

Menuda ironía, escribiendo sobre ‘Contagio’ (‘Contagion’) con síntomas de gripe. Fui a ver esta película la semana pasada, atraído por la firma del realizador y un cartel repleto de estrellas (supongo que como la mayoría). Matt Damon, Gwyneth Paltrow, Kate Winslet, Jude Law, Laurence Fishburne y Marion Cotillard encabezan un extenso reparto en el que también figuran Bryan Cranston, Jennifer Ehle, John Hawkes y Elliott Gould, entre otros. Un espectacular plantel de actores, un buen director (ganador de la Palma de Oro y el Oscar, muy pocos pueden presumir de ello), críticas en su mayoría positivas y una historia inquietante que se resume con el siguiente eslogan: “Nada se expande como el miedo“. Un plato irresistible, no es de extrañar el éxito de público.

‘Contagio’ vuelve a demostrar que Steven Soderbergh está sobrado de talento; un talento que, por la razón que sea, está desaprovechando al involucrarse en esta clase de películas. Ojo, me ha gustado, es un entretenimiento comercial de calidad, pero cabe esperar más de este cineasta. No hay más que comparar el principio y el final de la película con el resto. Es como si Soderbergh se entusiasmara rodando las primeras páginas del guion (el desenlace es un flashback, muestra el inicio de todo) y luego perdiera interés, quizá delegando parte del trabajo en sus colaboradores y/o prestando más atención a los actores que a la puesta en escena, que va perdiendo nervio e ingenio. Curiosamente, mientras se habla de su retirada del cine (ha confesado que desea dedicarse a otras actividades artísticas), no para de trabajar; antes de ‘Contagio’ filmó ‘Haywire’ (estreno en 2012), ayudó a Gary Ross con ‘Los juegos del hambre’, ha comenzado a rodar otra película, ‘Magic Mike’, y tiene confirmadas dos más, ‘Liberace’ para la HBO y la adaptación al cine de la serie ‘El agente de C.I.P.O.L.’ (‘The Man from U.N.C.L.E.’). ¿Asuntos pendientes que debe despachar cuanto antes? Ya veremos, lo único seguro es que sigue dirigiendo.

a historia de ‘Contagio’ está ambientada en nuestros días y se centra en la aparición y rápida propagación de un peligroso virus, desencadenando una grave crisis en todo el planeta. Solo dos días después de volver de un viaje de negocios a Hong Kong, una mujer estadounidense es ingresada en urgencias y muere por causas desconocidas. El mismo caso se repite en otros países, las víctimas empiezan a multiplicarse, no hay explicación, y surge el pánico. Mientras la comunidad médica mundial concentra sus esfuerzos en encontrar cuanto antes una cura para el potente virus, las autoridades intentan tranquilizar y controlar a la población, pero el miedo al contagio (y a una muerte segura) crece de manera imparable, en especial cuando hay poca información oficial y se mezcla con rumores infundados que circulan por Internet y llegan a los medios de comunicación. La sociedad se desmorona rápidamente…

Desde el mismo arranque de la película, la acción se divide en varios frentes, y se nos lleva de un lugar a otro con agilidad, al ritmo de la inquietante y trepidante música de Cliff Martinez, a la que Soderbergh saca el máximo partido; en unos minutos está planteado el conflicto y conocemos a los personajes principales, que tienen por delante unos cien minutos de pura tensión. Aunque es un relato coral, básicamente los protagonistas se agrupan entre los que poseen la información y los que no; los primeros intentan controlar la pandemia y piden paciencia, pero los segundos se sienten desamparados, ven que muere gente y que no hay ninguna solución inmediata, así que toman sus propias decisiones, egoístas y desesperadas. Es interesante que desde un punto de vista resulte fundamental, y lógico, ocultar datos para evitar males mayores, pero la otra parte necesita saber qué ocurre y se pone nerviosa cuando no le contestan con exactitud. Huele a engaño. Se pierde la confianza y entonces surgen oportunistas que se autoproclaman defensores de los indignados, con el único y verdadero propósito de sacar provecho de la situación. La excusa aquí es un virus, pero el esquema vale con otras, puede ser el paro o el enigma de nuestra existencia (ahí está la astrología, por ejemplo).

Apoyado en el sólido trabajo de unos actores que confían plenamente en su visión, Soderberg expone con eficacia una situación que se siente auténtica, y que, estando uno cómodamente sentado en la butaca, resulta de lo más entretenida. Sin embargo, no está tan acertado desarrollando las diferentes historias personales que se presentan mientras se combate el virus, y la película se le estanca y se hace algo monótona, dando la impresión de que acaba por capricho, o por agotamiento de ideas, en lugar de ser el razonable resultado de un proceso. Y es que en definitiva ‘Contagio’ no escapa a su naturaleza, y el propio cineasta se acaba rindiendo a ello; es un thriller de consumo masivo disfrazado de lujoso cine de autor. Su intención no es dejarte preocupado, o hacerte reflexionar, es captar tu atención y hacer que pases por taquilla. Por eso que cuando acaba la película, a pesar de que uno se lo ha pasado bien durante un rato, queda una cierta sensación de vacío, y se tiene la certeza de que las imágenes se acabarán borrando poco a poco, sin que quede nada especialmente valioso que recordar. Algún diálogo, la pericia del realizador y poco más.

Estoy convencido que esta producción en otras manos habría dado como resultado un producto mucho más flojo y convencional, inofensivo y tedioso. El guion de Scott Z. Burns no daba para más pero sí para mucho menos; parece diseñado solo con la intención de impactar y asustar superficialmente, lo justo para despertar el interés, pero no es capaz de sostenerlo, de aprovechar todo lo que plantea, genera inquietantes preguntas pero sus respuestas se sienten poco elaboradas. Se siente honesto el retrato de la situación, y se agradece esa afilada (y necesaria) crítica a la irresponsable actividad empresarial que no tiene en cuenta otra cosa que no sean los beneficios (el virus parece un castigo de la naturaleza), pero el enfoque no deja de ser simplista (las farmacéuticas son inocentes, los bloggers son peligrosos…) y se deja al público tranquilo, pensando que está en buenas manos, que se hace lo que se puede. Paciencia, todo se arreglará, seguid con vuestras vidas y confiad en quienes manejan los hilos.