Un desvío nocturno se convierte en una pesadilla inimaginable cuando el coche de una pareja separada se avería en una remota carretera rural. Al encontrarse atrapados en una oscura y desierta carretera de dos carriles, David Fox (Luke Wilson) y su ex mujer, dentro de muy poco, Amy (Kate Beckinsale) se ven obligados a pasar la noche en un sórdido motel dirigido por un extraño aunque aparentemente inofensivo propietario (Frank Whaley). En su habitación mugrienta y raída, la pareja, siempre peleando, encuentra un alijo de películas caseras macabras que parecen extrañamente reales. Cuando se dan cuenta que los vídeos sangrientos están hechos en la misma habitación en la que están, David y Amy descubren que serán las próximas víctimas de los sádicos cineastas a menos que dejen a un lado sus diferencias y trabajen juntos para escapar.
La raza humana es voyeaur por naturaleza. Cada día los medios de comunicación se encargan de meternos violencia por los ojos que nosotros consumimos con total naturalidad. Miles de muertos pasan cada año ante nuestras narices mientras comemos, en la hora de la siesta o mientras zapeamos. ¿Por qué millones de personas disfrutamos viendo películas de terror en donde chicas virginales son desmembradas ante nuestras narices con unos efectos especiales que superan en muchas ocasiones la realidad? ¿Es algo que va implícito con nuestra naturaleza humana? ¿Son vestigios de una herencia cultural que durante siglos se ha visto envuelta en crueles y tremendas guerras?
Hoy día, en pleno Siglo XXI, cualquiera con un mínimo de conocimientos informáticos puede encontrar en un par de minutos una película snuff en Internet, y si no, ya se encargan los informativos de mostrar decapitaciones de rehenes a manos de fanáticos religiosos justo antes de la actualidad futbolística.
Habitación Sin Salida habla del lado oscuro de la naturaleza humana, de la violencia gratuita, de la necesidad casi vital de algunos de ver morir a otros... En este caso, esos "otros" son Luke Wilson y Kate Beckinsale, un matrimonio destrozado, sin nada por lo que luchar, que descubren como lo que queda de sus vidas se convierte en un infierno al verse convertidos en los actores principales de una película snuff.
Nimród Antal realiza una película valiente y directa, donde ya sus créditos iniciales al más puro estilo Psicosis son un presagio de lo que vamos a contemplar. Y es que sin duda Habitación sin salida debe mucho a la obra maestra de Hitchcock. Frank Whaley es el partícular Anthony Perkins del motel en que se alojan y sus "películas", el lado oscuro materno que ocultaba Norman Bates.
Beckinsale, en el que es probablemente el mejor papel de su carrera, demuestra que no sólo es una cara bonita ni que necesita encuerarse para que la tomen en serio. Tanto ella como Wilson están en estado de gracia y su relación en la película, que pasa del odio y desprecio mutuo a unir sus fuerzas para sobrevivir, es genial.
El accidente, la llegada al hotel, el descubrimiento de los videos y el "set de rodaje" o los giros del guión están a un gran nivel, impropio a lo que estamos acostumbrados en un título de terror. Además, el mérito es doble, ya que ni cuentan con un presupuesto elevado ni con cientos de localidades. La virtud de Habitación sin Salida radica en sus actores y el guión, que funciona como una máquina engrasada perfectamente.
En definitiva, Habitación Sin Salida es uno de los grandes títulos del año, al que únicamente puede reprocharse su "edulcorado" final.
Lo Mejor: Kate Beckinsale está inmensa.
Lo Peor: Ese final azucarado.
