Un drama familiar, en el que vemos a un padre que intenta sobreponerse a su situación con un particular punto de vista, muy bien interpretada por Clive Owen bien secundado por sus hijos en la ficción, con un ritmo pausado y bien llevado, pero que no saca todo el partido a la historia.
Donde muchas películas pecan en exceso y de sensiblería fácil, a esta le falta; a pesar de su emocional relato, su hermosa banda sonora y sus buenas actuaciones, no se sumerge suficiente al dramatismo, no golpea en sus momentos más dramáticos como debería en una historia que podía haber dado mucho más de sí, donde flota todo lo necesario para indagar en la parte más emocional de sus personajes y hacernos sentir afectados por la situación familiar, pero se queda a medio camino. Es una película interesante, sensible y bonita, aunque no consigua transmitir demasiado lo que se propone.
Gran trabajo de Clive Owen, quien logra componer un personaje creíble como padre en crisis que es desbordado por la situación. Un hombre que se ha divorciado, que ha enviudado y que ni siquiera puede pensar en volver a formar pareja por los celos de su hijo más pequeño. Sin dudas que lo de Owen es encomiable, y constituye un digno trabajo interpretativo.
Scot Hicks ha realizado dramas mucho más completos que este trabajo, que si bien, es una película notable se siente un tanto limitada. Este es un Hicks en un nivel bajo, no al nivel de “Shine” pero si cercana —más no lo consigue— en encanto de “No Reservations“. Con un guión de Allan Cubitt, un escritor casi novato en un plano cinematográfico, tal vez no supo redondar por completo su trabajo y se siente en el filme completo.
Aún así vale la pena ver esta cinta, el talento de Owen no se pone en duda y es un gran peso para la cinta.