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28 de agosto de 2012

‘Los mercenarios 2’

“Así les vencerás, Butch. No paran de subestimarte”, se decía a sí mismo el boxeador de ‘Pulp fiction’. Me gusta imaginar que casi dos décadas después, el actor que interpretaba a aquel boxeador, Bruce Willis, tal vez le dijera algo parecido a Sylvester Stallone durante el rodaje de ‘Los mercenarios 2’: “No dejan de subestimarte, ¿verdad, Sly? Y sin embargo, aquí estás”.

Y es que durante décadas hemos tenido que aguantar a una legión de listos que consideran que Stallone es medio tonto. ¿Qué se puede argumentar para convencer a alguien que, pese a la evidencia, sigue pensando de esa manera? Nada de nada: no se puede luchar contra los prejuicios, así que mejor no perder el tiempo y dejarlo correr.

Tras las dignísimas últimas (por el momento) entregas de las sagas de Rambo y Rocky (ambas escritas y dirigidas por él), el cineasta se embarcó en un proyecto que inmediatamente se ganó las simpatías de mucha gente (y desde luego las mías): reunir una especie de dream-team del género de acción de los tiempos del VHS en un proyecto llamado ‘Los mercenarios’. En aquella ocasión contó con Dolph Lundgren, Mickey Rourke, Bruce Willis, Arnold Schwarzenneger y Eric Roberts, a quienes se unieron los más “contemporáneos” Jet Li, Jason Statham, Randy Couture o Gary Daniels, para ofrecernos un divertimento puro y duro al estilo de los ochenta.

Animados por el éxito del experimento, pronto se anunció una segunda entrega que prometía perfeccionar aún más el concepto. Y así ha sido, sin ninguna duda. Es cierto que por el camino se ha quedado Rourke (al parecer no muy satisfecho con el pequeño papel con el que contaba en esta ocasión), pero la alineación se ha visto reforzada de forma espectacular con el fichaje de dos auténticos dioses del videoclub como son Jean-Claude Van Damme y Chuck Norris, amén de que tanto Arnie como Willis han visto incrementada su presencia en pantalla.

En esta ocasión, Stallone ha cedido la dirección a Simon West, un profesional del cine de evasión muy experimentado que nos ha ofrecido una película, superior a su predecesora, y que en cuanto a divertimento le da sopa con honda, por ejemplo, al último Bourne. Y es que “Los mercenarios 2” es un título de ritmo frenético que explota desde el minuto uno y que no para hasta el final, una película de acción sin más (ni menos) que alcanza una altísima nota en lo referente a satisfacer las expectativas que un título así puede despertar. Es cierto que le sobran chistes malos, que los diálogos son (muy) mejorables, y que en ocasiones la narración avanza con cierta brusquedad, pero el despliegue de peleas, disparos, explosiones, de acción en definitiva, resulta tan trepidante que dichos pecados no pueden considerarse sino veniales. En definitiva, estamos ante un producto orientado a la diversión más primaria, absolutamente recomendable a todos los aficionados al género.

Además de las virtudes que la película en sí pueda tener, particularmente disfruto de esa imagen de reunión de grupo de amigos que transmiten estos actores que, a estas alturas, poco tienen ya que demostrar. Da la impresión de que los años, y también los respectivos fracasos, han domado algunos egos hasta el punto de permitirles disfrutar del hecho de ser secundarios, de compartir cartel y pantalla con quienes antaño fueron sus competidores.

A quienes crecimos con ellos, nos gusta verles juntos, por eso uno no puede por menos que alegrarse de que, tras el exitoso estreno de esa segunda entrega, ya se anuncie que se rodará una tercera. Y ya se barajan nombres. Se comenta, por ejemplo, que Nicolas Cage ya está en el bote, y que se está negociando con actores como Harrison Ford, Clint Eastwood, o Wesley Snipes, sin olvidar a ese otro nombre del que se ha hablado poco, pero que debería tener un lugar asegurado en futuras secuelas: Steven Seagal. Ese hervidero de rumores que es internet bulle con quinielas de todo tipo, la mayoría de ellas carentes de fundamento, pero que hacen intuir dos cosas: que ‘Los mercenarios’ es un lugar en el que la mayoría quiere estar, y que nos encontramos ante una franquicia puede tener un larguísimo recorrido.

Personalmente deseo que sea así. Quiero que estos “prescindibles” (en el título original ‘Expendables’) se conviertan en imprescindibles en las pantallas, y que tengan una carrera tan larga como la de James Bond. Si el agente británico es el aristócrata de la acción, la pandilla de Stallone son los obreros. Frente al Martini, el smoking y el Aston Martin, quiero la cerveza a morro, las Harleys y los complementos adornados con calaveras.

Quiero verles repartiendo estopa durante lustros, con una alineación que, al igual que el rostro de Bond, se vaya actualizando cuando sea necesario, congregando a nuevos rostros del género de acción en algo así como un “all star” del mamporro.

Como los antiguos alumnos de la Facultad del puñetazo celebrando cada par de años una gozosa reunión a la que nosotros estaremos encantados de asistir.