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17 de marzo de 2010

'Green Zone: Distrito Protegido', Greengrass y Damon de aventuras en Irak

Resulta curioso ver una película como ‘Green Zone: Distrito protegido’ —ya estamos con subtítulos ridículos— después de la victoria de ‘En tierra hostil (The Hurt Locker)’ en la pasada ceremonia de los Oscar. Las comparaciones suelen ser odiosas pero también inevitables y necesarias. Con esto no me refiero a que el film de Paul Greengrass es peor que el de Kathryn Bigelow, en realidad no es mucho peor a mi parecer, considero la presente película como un fallo en el tandem Damon/Greengrass, cuando ambos disfrutamos hace ya tres años en un cine de por aquí la vertiginosa ‘El ultimátum de Bourne’, de la cual ‘Green Zone’ no se aparta demasiado.

Y es que esta película parece simplemente una aventura personal del director y el actor demostrando lo bien que se lo pasan rodando juntos. A veces se anuncia que la saga de Bourne tendrá una cuarta entrega, otros días sale la noticia de que dicha secuela jamás verá la luz, y así siguen mareando al personal y haciendo que se nos haga la boca agua. ‘Green Zone’ es oportuna por otra razón además de la comentada; lo es también porque nos devuelve a un director que es uno de los mejores filmando acción, un bálsamo en tiempos en los que ese subgénero está más anquilosado que nunca, salvo excepciones.

Muchos han definido la película precisamente como una especie de Jason Bourne en Irak y puede que razón no les falte. No hay nada de malo en que un director se copie a sí mismo si ofrece buena calidad. ¿Acaso Howard Hawks no volvía sobre sus propios temas y personajes en operaciones como la de ‘El Dorado’ (id, 1966)? En cualquier caso todo es defendible y atacable, es evidente que los que hemos disfrutado con la saga Bourne en general lo pasaremos en grande con ‘Green Zone’ —salvo mi compañero Caviaro al que tengo que obligar bajo amenaza a revisar la película—, y aquellos que hayan sufrido en la mencionada trilogía pues volverán a hacerlo en este caso. Por favor, si alguno de ustedes pertenece al segundo caso, háganmelo saber que me puede la curiosidad.

Tomando como base el libro de Rajiv Chandrasekaran, el guionista Brian Helgeland —autor con excelentes ideas a veces desaprovechadas por equivocados directores— construye un relato de acción en el que se habla sobre las mentiras y excusas de un país para iniciar una guerra. En este caso se realiza una denuncia a la excusa más absurda de los últimos años: la existencia de armas de destrucción masiva en Irak. Matt Damon da vida a Roy Miller, jefe de un equipo militar destinado a Irak para encontrar armas siguiendo la información recogida por expertos. Sin embargo, la realidad es que Miller sólo encuentra la nada más absoluta en sus misiones, por lo que pronto empezará a sospechar que toda la información que reciben son mentiras que esconden intereses mayores.

De este modo ‘Green Zone’ es algo más que un remedo de las películas de Bourne y Greengrass se acerca también al que probablemente sea su mejor trabajo, la espeluznante ‘United 93’ (id, 2006). Ambos relatos poseen una mirada de denuncia sobre los hechos de los que parten, en ambas películas está viva la llama del Greengrass de ‘Domingo sangriento’ (‘Bloody Sunday’, 2002), seco, directo y sin tapujos. La aventura de Matt Damon por descubrir y destapar la verdad sobre la guerra de Irak es contundente y aunque el envoltorio es el de una cinta de acción su mensaje posee validez. Tal vez hoy en día nadie resulte sorprendido por la payasada que fue eso de las “armas de destrucción masiva”, pero esto no invalida el mensaje. Nos recuerda que una guerra puede iniciarse con la mayor de las mentiras, que puede repetirse, y funciona como alegato sobre la importancia de la información en estos tiempos.

Pero no nos engañemos, sobre todas las cosas, ‘Green Zone: Distrito protegido’ es un film de acción puro y duro llevado con mano maestra por Greengrass. Barry Ackroyd, que también hizo la fotografía de ‘The Hurt Locker’, consigue una imagen realista que le empareja con el film de Bigelow, pero mientras la cinta ganadora de seis Oscars opta por una puesta en escena que combina tics modernos con cierta sobriedad clásica —herencia de Sam Peckinpah—, Greengrass se inclina por un frenetismo que no cesa en ningún momento. Como siempre, Christopher Rouse realiza una endiablada labor de montaje que combina infinidad de planos por segundo en una lección de cómo hacerlo sin despistar al espectador. La cámara se mueve mucho, los planos se suceden sin parar, pero el público sabe perfectamente qué está pasando.

Matt Damon hace lo de siempre, osea, cumplir y punto, con eso le llega y nos llega. Su efectiva presencia se ve recompensada por la labor de sus compañeros de reparto. Amy Ryan, Greg Kinnear, Jason Isaacs y Brendan Gleeson realizan convincentes interpretaciones de personajes que son algo más que esquemas típicos. Nos importa lo que les pasa, la gran diferencia con el resto de films de acción, y es que hacer acción es algo más que filmar escenas de tiros y persecuciones. Hay una acción interna en la historia y los personajes, que es la que maneja hábilmente Greengrass, haciéndonos vibrar con sus películas. Y qué dure.

12 de marzo de 2010

'Medidas extraordinarias', la cara más fea del capitalismo

Tom Vaughan dirige a Brendan Fraser, Harrison Ford y Keri Russell en ‘Medidas extraordinarias’ (‘Extraordinary Measures’), una historia inspirada en hechos reales y en el artículo y el libro que surgieron posteriormente de ellos. Un matrimonio con hijos aquejados del síndrome de Pompe dedicará sus vidas a buscar un remedio contra esta enfermedad.

Creeríamos hallarnos ante un calco de ‘El aceite de la vida’ (‘Lorenzo’s Oil’, 1992), pero el desarrollo diverge cuando las dificultades que encuentran los padres para lograr el medicamento que salve a sus hijos son la falta de fondos para la investigación. El padre abandona su empleo y funda una empresa farmacéutica junto con un científico, con el fin de obtener inversiones privadas que permitan llegar a la extracción de una enzima absorbible por las células de los enfermos. Así, podría haberse tratado de un film sobre emprendedores empresarios y sobre los obstáculos que les sobrevendrían en cualquier sector industrial, con el añadido que supone una motivación tan cercana y personal.

En este sentido, cabría una cinta al estilo Michael Moore, que criticase la necesidad de financiación privada para la investigación sobre fármacos imprescindibles para la supervivencia de algunos pacientes. Es necesario convencer a los inversores de que se podrá sacar mucho beneficio con la venta del medicamento a los enfermos para que dediquen capital a la investigación. La vida sólo vale algo si vale dinero. Visto desde Europa, nos suena aterrador. No obstante, no es por ahí por donde va la película, que parece conforme y hasta contenta con esa forma de funcionar. Ni se plantea la implicación de la sanidad pública en esta financiación.

Mostrar, aunque no sea su intención, la cara más fea al capitalismo distingue a ‘Medidas extraordinarias’ del film de George Miller, como decíamos. En contrapartida, se trata de una película menos épica, en la que la implicación de los padres parece menos directa —no tenemos a una heroína como fue Michaela Odone— y donde el protagonismo de los niños es menor. Su participación es importante para que se vea la cara humana de los objetivos que se persiguen y que, con ello, aumente la implicación emocional del espectador, que también se refuerza cuando Vaughan y la veterana Anne V. Coates no sufren rubor al remarcar lo necesario para que el sentimiento se produzca. Por ejemplo, la vela con la que la niña acaba de celebrar su octavo cumpleaños, enfocada en primer plano sobre una foto de ella, después de que se haya leído la frase de que los pacientes tienen una esperanza de vida de nueve años.

Sin innovaciones ni estridencias, ‘Medidas extraordinarias’ cuenta con todos los elementos que necesita en una realización clásica y eficaz, con una producción elegante y bien llevada, que la aleja del telefilm que podría ser por su tema de partida.

El personaje excéntrico de Harrison Ford es difícil de creer. Si bien era interesante mostrarlo como alguien no convencional, su retrato es burdo y poco consistente. Se intenta mostrar como un ser antisocial, cuando su trato es muy cariñoso y lo único que lo aleja de la norma son sus vaqueros de tiro alto y el rock que disfruta escuchando. Brendan Fraser actúa con la misma filosofía con la que se han incluido planos como el que mencionaba: recalca todos sus gestos de forma muy exagerada y no deja un primer plano sin incluir una mueca —hasta en el cartel tiene el gesto torcido como si estuviese en una de sus comedias—. Keri Russell es muy adecuada para el papel, con su cara de mujer resignada y típica ama de casa norteamericana, pero quizá demasiado, ya que no puede demostrar el más mínimo carisma. A pesar de estos retratos, se nos vincula certeramente con estos tres luchadores porque su causa es más que comprensible. El personaje de la niña es el más poderoso y quien más contribuye a esta empatía que no deja de sentirse en ningún minuto del film.

Como en las otras dos películas que he comentado de las que se estrenan esta semana, ‘Medidas extraordinarias’ lo da todo para lograr que el espectador expulse una lagrimita y salga tocado por la historia. Y, cómo no, lo consigue.

13 de febrero de 2010

'El hombre lobo', "Critica" una bestia desdentada

Después de muchos meses de interminables ajustes en la producción y en la post-producción, nos llega la que se supone es la puesta al día del mito del Hombre Lobo. Parecía que no iba a estrenarse nunca, y aquí la tenemos. Aunque a tenor de lo visto, no hubiera sido ninguna desgracia que nunca hubiera llegado a las pantallas. El género fantástico, una vez más, sufre de una aportación perpetrada por un director absolutamente incompetente, que pretende desplegar un gran amor por el cine en este homenaje/remake, pero que lo único que deja claro es su interés por el negocio y su nulo conocimiento del medio.

Basada, o eso dicen, en el clásico de 1941 interpretado por Lon Chaney Jr. y dirigido por George Waggner (un filme bastante anquilosado, encorsetado, que ha envejecido muy mal, pero que muchos veneran como la película fundacional del mito), o más bien en el guión de Curt Siodmak, la estrategia consistía en rehacer aquella película, modernizándola y dándole un aire nuevo, pero lo único que han conseguido es demostrar una incapacidad manifiesta, en un conjunto que, desde el mismo comienzo, se instala en la más aplastante mediocridad, y en muchos momentos roza el ridículo más espantoso.

Cuando muchos hablan de la infantilización imparable del cine artesanal, productos (o subproductos) como este, no hacen si no darles la razón. Auténtico capricho personal de Benicio del Toro (que ejerce también en labores de productor, lo que en muchos casos es signo de vehículo de lucimiento personal), a quien muchos hace años veían como el perfecto sucesor de tantas adaptaciones del mito, parece que este intérprete está gafado, pues tan con su anhelada (y luego decepcionante) ‘Ché’, como con este hombre lobo descafeinado, está muy lejos de explotar todas sus virtudes de buen actor.

Un equipo formidable


No sale uno de su asombro cuando echa un vistazo al grupo de portentos que trabajan en esta pobrísima película. Para empezar, el diseñador de producción Rick Heinrichs (el verdadero artífice del tan cacareado toque visual de Tim Burton, “toque” que Burton, casualmente, ha perdido desde que no trabaja con él…), que es uno de los más grandes vivos en cuanto a la creación de espacios de fantasía, y que con el trabajo de ‘Una serie de catastróficas desdichas’ erigió una obra de arte en sí misma. Aquí parece sin ideas, un simple reformulador de viejos ambientes a los que se les dota de vida, pues a estas alturas no basta con dibujarnos un Londres neblinoso de postal.

Para seguir tenemos a Milena Canonero, que es una de las más grandes leyendas vivas en el diseño de vestuario, y que al igual que su colaborador Heinrichs parece apagada, sin ideas ni fuerza. Al lado de estos dos gigantes uno aún más grande, el montador Walter Murch (que sospecho se incorporó para pulir las oquedades del otro montador, Dennis Virkler), que tanto en labores de montaje como de sonido es un gigante de su oficio, habitual además de Francis Ford Coppola. Pero obtenemos un montaje que es un caos que no hay por donde coger.

La cosa se agrava todavía más cuando vemos que el responsable del maquillaje de las criaturas es nada menos que el mítico Rick Baker, uno de los más reputados especialistas en ese campo que existen. Y el maquillaje, la verdad, palidece al lado de otra creación suya como ‘Un hombre lobo americano en Londres’, mucho más barato y más imaginativo, sin contar con los CGI de los que aquí abusan para crear imágenes de videojuego barato. Y termina de culminar el desastre cuando vemos que el guión lo firma Andrew Kevin Walker y David Self, dos consumados escritores que aquí firman el libreto más escandalosamente pobre de sus vidas.

Todo esto sucede cuando el director, un tal Joe Johnston (que empezó haciendo los efectos visuales de ‘Star Wars’, y luego dirigió aventuras olvidables como la tercera del parque jurásico, o como ‘Jumanji’), más preocupado por el aspecto más superficial del relato, que por contar una historia bien armada. Su puesta en escena es mecánica, encorsetada y torpe hasta la náusea. No hay el menor rastro de una narración vigorosa, o de alguna secuencia inspirada, porque ni siquiera hay secuencias.

Pero es en el apartado de la dirección de actores donde el descalabro es total. Benicio del Toro, que había afinado maravillas en ‘Traffic’ y, sobre todo, en ‘21 gramos’, está completamente perdido sin un personaje interesante al que entregarse. Este hombre necesita retos, y esto no lo es.

Nunca es creíble como héroe de acción, y su drama es increíblemente insulso, sin interés ninguno.

A su lado, Anthony Hopkins (en su peor papel en años, y ha tenido muchos papeles muy malos), está en otra película, y está espantoso. Emily Blunt es muy fotogénica y quizá tenga un futuro como actriz, pero su papel es una sombra. Al lado de todos ellos, la siempre estimulante presencia de Hugo Weaving, que es el más salvable de un reparto dantesco, no puede hacer nada por sí sola para salvar el engendro.

El cine de terror es un cine dificilísimo de dominar. Sus resortes (que muchos medianías acomplejados se jactan de manejar…) son dominados por dos o tres iluminados en cada generación de narradores. No basta, ni por asomo, con una atmósfera turbia, o con sustos provocados por subidones de sonido. Por cada Polanski de ‘La semilla del diablo’ hay muchos Joe Johnstons incapaces.

El cine de terror consiste, nada menos, en preparar psicológicamente al espectador, poco a poco, como una maquinaria perfecta. En dejarle sin defensas. En destrozarle los nervios. En hacerle regresar, en definitiva, a un estado de indefensión absoluta al que se va a entregar hipnotizado, de buena gana.

Pero este ‘El hombre lobo’ lo que consigue que queramos de buena gana es marcharnos de la sala.

3 de febrero de 2010

'La carretera (The Road)' o el precio de la supervivencia

Viggo Mortensen, Kodi Smit-McPhee, Charlize Theron, Robert Duvall y Guy Pearce protagonizan ‘La carretera (The Road)’, adaptación de John Hillcoat de la novela ‘La carretera’, de Cormac McCarthy, en la que un hombre y su hijo recorren las desoladas rutas de un mundo en el que la civilización ha llegado a su fin y la naturaleza ha dejado de producir.

Considere ‘No es país para viejos’ una gran película —salvo por el final—, entre otras cosas, porque los Coen habían superado la difícil prueba de reproducir el estilo literario de McCarthy sin hacer una película literaria en exceso, sino trasladándolo al terreno fílmico. En lugar de calcar párrafos en voz en off o de repetir los diálogos, la austeridad del tono del escritor la habían llevado los Coen a las imágenes. Esa me parece la manera de adaptar un libro: apoderarse de la esencia y transportarla al nuevo lenguaje, en lugar de dejar al espectador con la sensación de que está escuchando literatura leída e ilustrada. John Hillcoat, sin llegar a tal excelencia, va por el buen camino y se acerca a esa traslación absoluta del relato de un medio a otro.

En la fotografía de Javier Aguirresarobe predominan los tonos ocres, a pesar de que la novela te lo hace ver todo gris —de hecho, en el arranque de la cinta, la voz en off nos lo indica—. Pero es un ocre tan sucio que no se aleja de lo que podría haber imaginado el lector. La aridez y la carestía están tan bien reflejadas que se respiran desde la butaca y contagian sin tardanza el sentimiento de urgencia y precariedad que invade a los personajes.

No obstante, nos encontramos ante un film de gran belleza plástica, en el que los cuadros, que se componen por los desperdicios y los lugares abandonados, quedan iluminados por la luz de un sol incapaz de calentar o de dar la vida. La música de Nick Cave contribuye con el minimalismo de la puesta en escena.

Se podrían señalar grandes hallazgos, pero sería injusto achacárselos a Hillcoat o al guionista, Joe Penhall, pues estaban ya presentes en el libro. Uno de ellos reside en no dar a conocer la razón de que los personajes se encuentren en un mundo postapocalíptico. Podría haber una serie de motivos: la erupción de Yellowstone o de cualquier otro volcán de cercana magnitud, un desastre ecológico creado por los seres humanos… da igual.

Si se incluyese, la obra se teñiría por un mensaje que no es lo que McCarthy quiere dar. La reflexión que sí quiere hacer el autor es otro de esos hallazgos que quería mencionar: ¿a qué precio deseamos la supervivencia? Queda claro que podrían seguir adelante cometiendo determinado acto, pero ¿valdría la pena? Esa noción es tan poderosa que sostiene la historia a lo largo de toda su extensión.

La interpretación de Viggo Mortensen es sublime. Se aprecia que es un actor que lo da todo por los personajes que encarna y por las películas en las que se involucra. Su implicación es tal que, con pocas palabras y sin apenas expresar lo que siente, podemos verlo en su papel sin dejar de creernos ni por un instante que esté pasando por esa experiencia y sufriendo como sufre su personaje. Kodi Smit-McPhee, que interpreta al chico, tiene en sus manos a un ser todavía más interesante.

Podría parece que el niño no se ha curtido lo suficiente, dadas las circunstancias en las que le ha tocado vivir desde su nacimiento. Sin embargo, es necesario que conserve la inocencia infantil, ya que él será, no sólo el motivo por el que el hombre quiera seguir viviendo, sino también lo que le mantiene cuerdo e, incluso, su conciencia: lo único que le impide caer en la crueldad salvaje. Charlize Theron no tiene mejor papeleta: ella es la que lleva el peso del dramatismo de la película, la única que hace explícito el conflicto y demuestra abiertamente sus sentimientos. Sin sobreactuaciones, logra transmitir congoja.

El pobre Guy Pearce últimamente sólo hace cameos, pero está igualmente genial en su breve intervención. No se puede decir que sea una película en la que ocurran muchas cosas. Quienes esperen una entrega de terror no van a salir satisfechos tras ver ‘La carretera (The Road)’. Existen escenas que causan sustos momentáneos o que muestran acción y en ellas la tensión está muy bien llevada. Los “malos”, como el propio niño los llama, no son zombies o infectados, pero no es necesario que lo sean para que se conviertan en monstruos.

Lo único que les separa a ellos, los “buenos”, de estos seres peligrosos que pueden atacarlos es una decisión y esa línea es tan fina que poco a poco se va desdibujando. Se podría relacionar con otro libro: ‘Soy leyenda’, de Richard Matheson, uno de cuyos aspectos está reflejado casi con mayor fidelidad en esta película que en su propia adaptación, por la elección mantener el realismo en estos personajes antagonistas.

Sin embargo, estas secuencias de acción o miedo son las menos. Entre una y otra, los momentos están detenidos y se podrían considerar cotidianos, dentro de que la vida que llevan los protagonistas es todo, menos habitual. El film supone, ante todo, una narración psicológica y reflexiva que, va creando su efecto de manera acumulativa, como la gota que erosiona tras caer innúmeras veces sobre un mismo punto. ‘La carretera (The Road)’ marca, se queda incrustada en la memoria y contagia un malestar que se sigue sintiendo tiempo después.

2 de febrero de 2010

‘Daybreakers’: esto no es crepúsculo

‘Daybreakers’, película de terror dirigida por los hermanos Michael y Peter Spierig (‘Undead’) que supone una nueva vuelta de tuerca al mito de los vampiros.

‘Daybreakers’ ha sido descrita por Variety como “una mezcla perfecta entre The Matrix y 28 días después”, y cuenta con un reparto de lujo repleto de nombres conocidos como Ethan Hawke (‘Training Day’, ‘Asalto al distrito 13′), Willem Dafoe (‘Plan oculto’, ‘Spiderman’) o Sam Neill (‘Parque Jurásico’, ‘El Piano’), así como jóvenes promesas como Isabel Lucas (‘Transformers’).

Sinopsis: En el año 2019 una plaga ha provocado que los vampiros se hayan hecho dueños del mundo. La base de su alimentación es la sangre de los seres humanos, cuya cacería indiscriminada ha provocado que estén al borde de la extinción. Un grupo de vampiros y humanos luchará para salvar a los pocos supervivientes de la raza humana y por hallar otra forma de alimentarse y sobrevivir.

Algunos comentarios de la crítica:

“Esto no es Crepúsculo. Si hay algo diametralmente opuesto a ésa franquicia para adolescentes, esto es Daybreakers. Estos vampiros son agresivos, violentos y crueles…”
BloodyDisgusting.com

“Los directores dan un paso de gigante con respecto a su anterior film, Undead…Daybreakers presenta una sutil mezcla de pesadilla futurista y película de acción.”
Chicago Tribune

“Daybreakers ofrece un original toque de ciencia-ficción así como un inusual giro en el género vampírico que satisfará a todos los espectadores.”
RottenTomatoes.com

“Entre los muchos placeres que provoca Daybreakers está el recordarnos que las películas de vampiros son algo más que simples metáforas del celibato adolescente…Este thriller impresionantemente estilizado presenta un mundo donde los vampiros mandan y los humanos huyen.”
The New York Times

30 de enero de 2010

La Cuarta Fase (2010) con Milla Jovovich

Los que disfruten de un horario más que flexible de trabajo o los estudiantes de mañanas ociosas sabrán que en el sexto canal de la televisión ofrecen todos los días a las 13 horas un programa que mezcla historias reales de asesinatos con la dramatización de los mismos.

La Fórmula es bien sencilla; tiras de registros policiales, grabaciones varias y recreas las historias más escabrosas con los actores más casposos.

Siguiendo la estela del fenómeno ‘Paranormal Activity’, el docu-reality está de moda. No hay nada como partir de una premisa sobrenatural o aterradora y convertirla en una amalgama de gritos en cámara digital de mano, entrevistas falseadas a propósito y cierto acojone general con las reacciones de personas que podrían ser como tú o el vecino de al lado.

Lo que vende ‘La Cuarta Fase’ es una historia de abducciones alienigenas, o al menos eso se infiere de su trailer y spot televisivo. Gran tema para configurar una trama atractiva y que siempre da buenos resultados en pantalla cuando se hace conjugando el terror psicológico y la incógnita de saber qué hay ahí fuera.

Lo que ofrece al final es un episodio alargado de ‘Expediente X’ dónde el guión galopa sobre la falta de conexión entre los acontecimientos que llevan a la protagonista hasta su destino final. Que en el minuto 35 no sepas aún por dónde van los tiros y el aburrimiento haga mella, no es buena señal para una película.

La Doctora en Psicología Abbey Tyler (Jovovich), tras sufrir una tragedia familiar importante, va descubriendo a través de sus pacientes que todos tienen sueños idénticos y que de alguna forma están conectados. Cuando algunos de ellos comienzan a sufrir ‘accidentes’ de especial consideración, ésta y su colega (Koteas) irán investigando ‘qué’ es lo que aterroriza a los habitantes de Noma, en Alaska, y lo más importante: porqué ella también sufre los mismos sueños.

Lo primero que vemos en pantalla es a Milla Jovovich avisando que estamos ante una historia real y cuya documentación gráfica se va a ir intercalando con el metraje dirigido por Olatunde Osunsanmi, que por cierto, se guarda un papel casi principal en la cinta a mayor gloria de su propio ego. Así, la película va mezclando la presentación de sus personajes con los nombres de los actores sobre-impresos (al más puro estilo catódico) con audio supuestamente original de la verdadera Doctora Tyler y las entrevistas con los pacientes reales.

Sin embargo, lo que es ‘La Cuarta Fase’ es uno de esos llamados ‘mock-documentary’ o ‘falso documental’, y hasta la campaña viral del film estuvo destinada a filtrar noticias de desapariciones en diversos diarios de Alaska antes del estreno del mismo con un importante acuerdo entre la asociación de prensa de dicho estado y la Universal Pictures para hacer frente a posibles reclamaciones que pudieran hacerse por la falsedad de las informaciones. Vamos, que ni hay Doctora Abbey, ni abducciones ni cintas ni nada.

A partir de ahí, todo el afán del director es montar el film de forma que aterrorice o al menos provoque algún tipo de inquietud al espectador. Muy a mi pesar, el montaje perpetrado por Osunsanmi es horrendo, dando bandazos de un lado a otro, dejando incompleto el perfil de todos sus protagonistas y centrándose únicamente en meter cuantos más ruidos e imágenes en vídeo casero posibles, optando incluso por la pantalla partida entre la supuesta realidad y la adaptación cinematográfica como si de un episodio de ‘24′ se tratara.

El resultado es el que tenemos, y en 100 minutos apenas 10 de ellos consiguen perturbar al espectador, más por el efecto ensordecedor de los gritos de los actores que por el factor sorpresa o de susto en sí. Y de la temática alienigena ni hablamos.

Habrá algún espectador inocente que piense que verá naves espaciales, pero estáis avisados: no vais a ver un alien verde, ni una fugaz aparición de un cabezón de ojos saltones. Mucho menos una explicación plausible de lo que acontece en la historia o el porqué Alaska y no Zaragoza. Sólo tienes que creer y ya está.

Me ha hecho gracia leer que posiblemente el alcoholismo junto a una climatología adversa y la nieve sean las causas principales de alguna desaparición que otra en la zona donde se desarrolla la trama de ‘La Cuarta Fase’. Ese final de la película hubiera sido mejor que el finalmente rodado: un sin fin de ‘decide tú lo que creer’ y una retahíla de lo que ha ocurrido con las personas implicadas…todo inventado, por supuesto.

Ya saltará alguno con eso de ¡’pero si a ti te gustó ‘Paranormal Activity’ gañan!!!’. No comparemos, no hay color. Alguna vez este film caerá en vuestras manos. Bien sea en DVD o en un pase nocturno en la tele. Podéis esperar y no gastaros el dinero.

12 de noviembre de 2009

Cine critica: '2012', el espectáculo

Todo el mundo sabe que ‘2012’ va a ser espectacular, no descubro nada con decirlo. Incluso muchos se temerán que lo único que pueda aportar el film de Roland Emmerich sea su espectacularidad y quizá no se equivoquen. Pero es que, señoras y señores, esta película es muy espectacular.

De todas las escenas de acción y catástrofes que he visto, ninguna supera ni iguala la del momento en el que un padre de familia conduce una limusina mientras las calles se derrumban a su paso y los edificios se le caen encima. Esa secuencia por sí sola vale el precio de la entrada —para quien disfrute con el cine de acción, claro—. Y no es la única de total espectacularidad.

En aspectos como los personajes, la verosimilitud o incluso la explotación de las emociones y las figuras familiares se le pueden sacar muchos defectos a ‘2012’, por supuesto, ¿pero es que acaso importa eso cuando lo que se quiere es ver un espectáculo inmenso?

John Cusack, Chiwetel Ejiofor, Amanda Peet, Oliver Platt, Thandie Newton, Danny Glover
y Woody Harrelson protagonizan este film que se estrena el viernes, 13 de noviembre.

2012
dura dos horas y media y no se hace pesada. Es cierto que la acción tarda en comenzar porque en los minutos iniciales se presentan varios frentes con mucha carga cada uno. Pero la amenaza se cierne desde el comienzo sobre las cabezas de todos los personajes, así que en ese arranque hay tensión, aunque no haya secuencias movidas. Además, el ritmo es rápido y el montaje no se recrea en las escenas haciéndolas durar más de lo necesario.

Una vez ha comenzado la catástrofe, el desarrollo de la trama principal presenta muchos giros e ideas nuevas, los personajes van salvando unos obstáculos para enfrentarse a otros, por lo que concluimos que la extensa duración está justificada. Sí existen los interludios personales, pero están muy repartidos y son breves, así que no aburren.

En estos lapsos tendríamos dos tramas secundarias: la romántica, que me parece que está presentada con gran elegancia y de la que admiro que se consiga sólo con algunas pinceladas, y la familiar. Esta última ya es más cuestionable porque sí tiene toda la carga emocional exagerada y sentimentaloide que más tememos en películas como ésta. Y, especialmente, por esa noción tan típica en Spielberg de que, para que un hijo te vuelva a querer, tienes que ser un héroe. Pero no el héroe cotidiano que cualquier persona demuestra ser, sino alguien que sale de grietas ardiendo y salva la vida de toda la familia. Por supuesto, esto se aplica a los hombres, pues las mujeres en estas películas no son más que ceros a la izquierda o lastres con los que hay que cargar.

Supongo que la verosimilitud será algo que se cuestione en una película como ésta. Pero creo que no se ha roto de una manera tan bruta el pacto de ficción con el espectador como para que no se pueda ver la película. Se ha estirado un poco, cual goma elástica, para lograr llevar más allá las secuencias, pero nunca se ha saltado a la tolera. Todo es verosímil, pero exagerado. Más que las escenas de acción, podría salirse de lo creíble el hecho de que se den ciertas casualidades, como que los protagonistas se topen con determinada camioneta o se encuentren en el aeropuerto con unas personas en concreto —hasta ahí puedo leer—.

No tiene nada que ver con la verosimilitud —porque ésta no consiste en plantear elementos reales, sino en saber hacer encajar los inventados dentro de una ficción—, pero quizá merece la pena mencionar que es totalmente cierto que Yellowstone es el volcán más grande de la Tierra y que, por su ciclo, le tocaría entrar en erupción más o menos ahora. De ahí pueden surgir teorías de la conspiración, siempre muy divertidas para el cine y no tanto para la política verdadera, a las que demos mayor o menor crédito, pero el peligro inminente es real.

Falta de credibilidad, sentimentalismo empalagoso… sí, se le pueden sacar defectos a la película e interpretarla como una basura basándose en ellos
. Pero creo que soy muy sincera cuando digo que se trata de nimiedades dentro de un conjunto muy conseguido y que logra su auténtico propósito con un resultado magnífico. Ni siquiera es uno de esos casos en los que hay que apagar el cerebro para entretenerse, pues en general, todo encaja sin mucho problema. Como mucho, hay que ser algo flexible y tener, efectivamente, ganas de divertirse. Con esta actitud, ‘2012’ puede suponer una experiencia de lo más emocionante.

14 de septiembre de 2009

Cine critica: '12 trampas', del puro entretenimiento al desvergonzado plagio

Renny Harlin no necesita presentación para muchos de vosotros. Aunque ahora su nombre parece bastante olvidado —y no me parece que injustamente—, en la década de los 90 estuvo muy presente, sobre todo en el cine de acción. Ligado a películas tan buenas como ‘La jungla 2: alerta roja’ (‘Die Hard 2’, 1990) —aún hoy su mejor película—, tan fallidas como ‘Memoria letal’ (‘The Long Kiss Goodnight’, 1996) —en su momento el guión más caro de la historia del cine—, tan entretenidas como ‘Deep Blue Sea’, o tan vergonzosas como un montón de títulos que prefiero no nombrar. Hace poco nos llegó ‘Cleaner’, una especie de resurrección del posible talento que Harlin pueda esconder, un retorno a cierta sobriedad ausente de un tipo de cine marcado sobre todo por el mareo, la taquicardia y la vacuidad. Por contra, la primera hora de ‘12 trampas’ (‘12 Rounds’, 2008) es un regreso sin prejuicios al buen cine de acción de los 80, devolviéndole parte de su esplendor.

El tramo final es una reunión de tópicos mal enlazados en la que Harlin despliega todos sus tics —los malos, claro—, estropeando todo lo narrado hasta ese momento. Aunque lo más llamativo, lo más vergonzoso es presenciar como este director se ha prestado a filmar lo que es un plagio descarado de ‘Jungla de cristal: la venganza’ (‘Die Hard: With a Vengeance’, 1995), una de las últimas muestras del buen hacer de John McTiernan, éste sí un excepcional director de cine de acción.

La trama de ‘12 trampas’ es bien sencilla. Un detective de policía, Danny Fisher, será objeto de un brutal venganza por parte de un peligroso delincuente que ha metido entre rejas, pero que se ha fugado de prisión. El motivo del ex-presidiario es hacer pagar al policía la muerte de la amante de aquél, fallecida accidentalmente cuando fue apresado. Fisher tendrá que recorrerse toda la ciudad de New Orleans superando doce pruebas que el malvado de la función le ha preparado, o si no, la mujer del policía morirá. Una premisa que parece sacada de cientos de films donde sucede lo mismo o algo parecido. Desde los juegos de Scorpio con Harry Callahan en la insuperable ‘Harry el sucio’ (‘Dirty Harry’, Don Siegel, 1971) hasta los jueguecitos de John McLane con el villano de turno en el film mencionado. Una situación muy utilizada, pero que afortunadamente funciona, como así lo demuestran las tres cuartos de ‘12 trampas’, film que podría haber sido sin problema alguno, uno de los mejores en un subgénero tan menospreciado.

Renny Harlin logra estamparnos la primera hora de película en la retina, con un envidiable sentido del ritmo, y sobre todo del espectáculo. Asistimos interesados a las andanzas de un policía que pone la ciudad patas arriba, preocupado por salvar a su mujer. Los personajes, que no brillan precisamente por su originalidad, si no más bien todo lo contrario, poseen esa extraña particularidad tan difícil de ver hoy día: son creíbles, nos resultan cercanos. Cuatro apuntes de personalidad sobre sus respectivas vidas, y punto. Harlin no necesita nada más para que nos importen un mínimo. Y aunque hay cosas que parecen grandes chorradas —dos tipos del FBI que no son más que caricaturas, o diálogos de quita y pon— Harlin ha hecho los deberes y consigue el principal objetivo de este tipo de cintas: entretener. Ojo, única y exclusivamente en su primera hora. Después aparece el caos.

En cuanto se da a conocer el plan del villano, no hay más remedio que llevarse las manos a la cabeza. Daniel Kunka, en su primer trabajo como escritor para el cine, copia sin disimulo lo escrito por Jonathan Hensleigh para el mencionado film de John McTiernan. No estamos hablando de un referencia, u homenaje, no; hablamos de idéntica estructura, similar motivación en los personajes, y hasta la introducción de un helicóptero en la trama, con las mismas intenciones. Ojalá pudiéramos decir que Harlin salva la papeleta con su puesta en escena, pero a partir de ahí ocurre algo inesperado: el director saca a relucir sus peores armas, flashes de sonido y luz, montaje acelerado y atropellado, y un clímax poco logrado que termina con las expectativas que nos habíamos hecho en su primera parte.

Los actores son otro de los puntos débiles del film, aunque en su favor podemos asegurar que no molestan tanto como cabría esperar. John Cena, luchador metido a actor siguiendo la estela de muchos de los nombres del cine de acción de lo 80, no es un buen actor, pero cumple con su cometido, o sea, hacer creíble a un personaje que se pasa toda la película corriendo de aquí para allá mientras se somete a pruebas que pueden acabar con su vida. En los secundarios tenemos a dos caras conocidas de la pequeña pantalla: Brian White, que da vida al compañero de Fisher, visto en la espléndida ‘The Shield’; y Aidan Gillen, como el villano de la función, visto en esa obra maestra titulada ‘The Wire’. Ambos están por debajo de sus posibilidades, cumplen, pero no destacan.

Al final ‘12 trampas’ queda como el enésimo intento fallido de recuperar el buen cine de acción. Un jarro de agua fría, terminado de forma muy brusca y acelerada. Su escueto presupuesto de tan sólo 22 millones de dólares lucen muy bien en pantalla, y no tendrán problemas para recuperar lo invertido e incluso sacar ganancia —en el mercado de DVD hará las delicias del aficionado—, lo que provocará que tengamos a Renny Harlin para rato. Me advierte mi compañero Juan Luis Caviaro que ahora Harlin está muy contento, ya que por fin le ha llegado un buen guión para su próxima película, que parece ser tratará sobre el conflicto Rusia-Georgia. Mientras unos saltarán de alegría, otros querrán que les disparen, y a otros nos dará igual.

31 de enero de 2009

Crítica a “Crank, veneno en la sangre”, un despropósito

Jason Statham se está conviertiendo en el nuevo héroe o antihéroe de acción de serie B de Hollywood con sagas como la de Transponter y Crank, veneno en la sangre.

Y, sobre ésta última película, os voy a hacer una pequeña crítica.

Crank, veneno en la sangre es una película de acción del año 2006 donde el personaje de Jason Statham es un asesino a sueldo que ha sido inyectado con un veneno letal que le matará a no ser que mantenga la adrenalina corriendo por su cuerpo para que no se detenga su corazón.

Así, entrará con su coche dentro de un supermercado mientras habla por el móvil, se peleará con 20 negros cachas, se meterá coca, su novia se la chupar…mientras son perseguidos en coche por unos asesinos y hasta echará un polvo con su novia en un mercado delante de todo el mundo para subir su adrenalina. Mientras tanto, le dará tiempo a vengarse de sus enemigos y conseguir una vacuna.

¡Vamos! Un cúmulo de despropósitos en menos de una hora y media de película.

Lo peor de todo es que la película dio beneficios y muy pronto se estrenará la segunda parte de Crank.

7 de enero de 2009

'The Spirit', un insulto a una obra maestra

Que Frank Miller es un genio del cómic creo que es algo con lo que podemos estar de acuerdo casi todos. Obras como ‘El regreso del señor de la noche’, ‘Ronin’ o la etapa de Daredevil al lado de Klaus Janson, hablan por sí solas. A este maestro de la viñeta se le intentó seducir varias veces desde el mundo cinematográfico, pero sus terribles experiencias con los guiones de ‘Robocop 2’ y ‘Robocop 3’ le hicieron no querer saber nada del séptimo arte.

Según sus propias palabras, “la gente del cine está completamente loca”. Hasta que un día apareció Robert Rodriguez y le demostró lo fácil que sería llevar al cine uno de sus trabajos. Lo hizo con un corto basado en su famoso ‘Sin City’ (para el que suscribe de lo peor escrito por Miller), que terminó convirtiéndose en una película con un reparto espectacular, tan odiada como amada.

Cuando posteriormente nos enteramos de que el propio Miller en solitario llevaría a la pantalla grande la obra maestra de Will Eisner (su padre espiritual, por así llamarlo, y al que se le llegó a considerar como el Orson Welles del cómic), ‘The Spirit’, muchos nos alegramos de ello… hasta ahora.

Que Miller haya querido trasladar el universo de Eisner y sus personajes al suyo propio, puede ser visto por muchos como un ejercicio de egocentrismo absoluto. Bien mirado, se puede deducir que como Miller le debe mucho a Eisner, en quien se ha inspirado a lo largo de los años, la mezcla podría haber resultado de lo más interesante. Ahora bien, las intenciones no son suficientes para llevar a buen puerto una idea, y mucho menos cuando se trata de mezclar dos artes.

Miller es un genio narrativo sobre el papel, donde las imágenes se fusionan con la historia en una alianza de lo más fascinante. Pero el cine requiere de otras herramientas, y el dominio del autor en las viñetas se torna torpe y confuso detrás de una cámara, intentando controlar algo que le queda muy grande. Después de ver una película como ‘The Spirit’, creo que no debe quedar ninguna duda de quién fue el verdadero artífice y responsable de ‘Sin City’.

‘The Spirit’ no cuenta absolutamente nada, y su envoltorio de imágenes, que nos remiten sin remedio al anterior trabajo como director de Rodriguez, perdón, Miller, ahoga toda trama posible, porque ésta sencillamente no existe. Los que atacaron sin piedad una película como ‘300’ precisamente por esto, deberían echarle un vistazo a este film y percatarse de lo que en Snyder era un más que ajustado equilibrio entre fondo y forma (ojo, ambas cosas no deberían separarse jamás, pues suelen ir juntas de la mano), en el trabajo de Miller es un caos absoluto.

Los personajes no son tales, incluso por momentos resultan monigotes al servicio de un autor demasiado caprichoso y que paga caro su error. Por momentos, y debido a un sentido del humor de lo más extraño (y que nada tiene que ver con el plasmado en la obra original de Eisner), la película parece una mala parodia de una mala parodia. Si la intención de Miller era hacer reír (y puedo asegurar eso, pues se lo he oído decir en persona), se ha equivocado por completo. Ninguno de los actores tiene esa vena cómica de la que él ha hablado en más de una ocasión, y las situaciones presentadas escapan a la comprensión de cualquier tipo de espectador. La película se ha estrenado el día 25 de Diciembre, y aún no conozco a nadie que la defienda. Es más, aseguraría que ‘The Spirit’ es el caso más completo de unanimidad crítica que existe.

Las imágenes, con un trabajo de fotografía poco inspirado por parte de Bill Pope (habitual colaborador de Sam Raimi), se atropellan en un carrusel sin sentido, provocando el hastío y el aburrimiento a unos niveles en verdad vergonzosos.

20 de octubre de 2008

Max Payne "Qué decepción"

Qué decepción. No puedo abrir de otra forma esta humilde opinión de la nueva adaptación a la pantalla de una exitosa franquicia consolera que a priori se presentaba con todas las papeletas para olvidarnos de las infames propuestas de Uwe Boll y otros.

John Moore (’Tras la Línea Enemiga’, ‘El Vuelo del Fénix’) en la dirección y Mark Wahlberg delante de la cámara prometían acción, profundidad y entretenimiento, el A, B y C de lo que es una buena película. Al final ha quedado en un D, E y F, de deficiente.

Un aburrimiento, un coñazo, un tostón y un peñazo. Esto es ‘Max Payne’, a la que alguien muy avispado de Hollywood la ha denominado ‘Max Payne-ful (Max Dolorosa)’, y es que dolor es la mejor palabra para definir 100 minutos tediosos, de una trama incoherente y unos actores somnolientos. No me he levantado de la butaca porque quería ver si remontaba. Iluso de mí.

Lo más sangrante es que de una premisa estupenda y con un potencial brutal, la Fox, experta en tirar por tierra cualquier material original, se ha encargado de montar una feria de frikis, efectos especiales y un actor con gabardina negra y cara de ajo que no tiene ningún aliciente para enganchar al espectador. Es el segundo año que un juego llega al cine en parecidas fechas, tras el ‘Hitman’ del 2007, y no sé cual es peor adaptación y peor destrozo.

Payne (Wahlberg), un policía atormentado por el asesinato de su mujer, se verá perseguido por la policía la mafia y una corporación farmacéutica junto a la hermana (Kunis) de una chica asesinada…, y de verdad que no sé qué más explicar porque el guión, si es que a esa mier**a de servilleta que ha escrito alguien se puede llamar guión, es INFUMABLE. No cuenta nada, y si lo hace me dormí cuando lo explicaban.

Beau Thorne, mejor amigo de Bryan Bertino (’Los Extraños’) y guionista debutante en el cine, ha cogido la idea principal de la saga consolera ‘Max Payne’ y la ha destrozado. Tal como se concibió Max Payne, éste volvía a su casa para descubrir que unos yonquis han asesinado a su mujer y su bebé. Después del funeral es transferido a la DEA y se infiltra en la Mafia traficante de la droga Valkyr hasta que un compañero muere y Payne es culpado de su muerte y la Mafia descubre que es un policía. En el film es algo parecido pero peor desarrollado.

Es prácticamente imposible que se pueda perpetrar un guión más aburrido. Thorne consigue pasar de puntillas por la trama original del videojuego para centrarse en una investigación absurda, pesada y de ritmo caracoliano que no llega a ningún sitio interesante. Payne se mueve como un policía chuleta y torpe a más no poder, que no desenfunda la pistola con toda la rápidez que un producto así requiere y que sólo vuela para hacer escenitas a lo ‘matrix’ que ya no sorprenden a nadie.

A la falta de ritmo y sangre en las venas se le une que los personajes secundarios aparecen y desaparecen sin orden alguno, sin aportar a la historia nada más que minutos muertos y a los que detestas por ralentizar una trama que ya de por sí es incomestible. De acción nada, ATENCION SPOILER durante los primeros 25 minutos se dispara una pistola dos veces y se acabó hasta mil minutos después, o eso me ha parecido a mí FIN SPOILER. No pidáis más acción, pedid ALGO de acción, aunque sea un poquito, leches.

Así, al pésimo guión de tan infame escritor, se suma la torpeza de Moore que parece recién salido de la escuela. Nada de lo que aparece en ‘Max Payne’ tiene vestigios de sus anteriores obras. Si la mayoría de escenas bajo la nieve y lluvia son copias malas de ‘Sin City’, el resto parece sacado de cortes descartados de ‘Constantine’, por cuanto los siniestros ‘angeles’ producto de la droga comparten estética y forma con la película de Lawrence. El caso era contar con un director de nombre para vender la película, pero con ‘Payne’, Moore se entierra así mismo.

De Mark Wahlberg mejor ni hablamos. Si en ‘El Incidente’ le achacabamos la falta de expresión facial, en ‘Max Payne’ roza la peor actuación de su carrera. Está soso, insoportable y molesto. No hay manera de entender su personaje (gracias a Thorne) y tampoco se hace nada en todo el metraje para que comprendas sus motivos. Me daba igual lo que le ocurra, así de claro. En nada le ayudan tampoco los secundarios que pululan el film, Mila Kunis, que como parteneire del héroe no destaca en absoluto, Beau Bridges, Kate Burton, Jamie Hector, Donal Logue, y un desaprovechado Amaury Nolasco (’Prison Break’), además de Olga Kurylenko que aparece durante 2 minutos para mostrar palmito y Chris O’Donnell que no levanta cabeza.

‘Max Payne’ no sólo es la película más floja de videojuegos estrenada en los últimos años, sino que además podría ser la peor de toda la historia. Ruidosa, pretenciosa, pastillera, ilógica, lenta, bobalicona e impresionantemente aburrida, la palabra que más repito pero la más acertada para definirla.

Todo un ejemplo de que un trailer y varios pósters pueden enredarnos como a tontos.

Via: tublogdecine

16 de septiembre de 2008

‘Wanted’, algo distinto

Tal y como comentaba en entradas anteriores, ayer me dediqué un día de cine, miro las opciones de la cartelera y como no, me decidí por ‘Wanted’. Mi sensación al salir de la sala era de malhumor, y es curioso que uno vaya al cine a distraerse y acabes malhumorado, pero es lo que me ocurrió.

Una película con un guión algo diferente, la historia no es muy creíble, pero en el cine, de eso se trata, de contar historias que te hagan evadirte durante casi dos horas. Y lo cierto es que entretenida estuvo, los efectos especiales estuvieron muy bien, pero está cargada de excesivo tratamiento cruel, sangre, escenas que repugnan y sobretodo un look de la violencia gratuita así como así.

El protagonista, en la piel de James McAvoy,( que está muy bien en su papel, todo hay que decirlo), encuentra en ser un asesino, lo mejor que le ha podido pasar en su vida, pasa de ser un don nadie a un ser realizado, (no me extraña que califiquen la película en algunos lugares como inaceptable).

Angelina Jolie, le da el toque femenino que no debe faltar, cualquier espectador masculino quedará prendado con este personaje, una mujer dura, sin escrúpulos y con una historia en su pasado que le hace estar donde está y sin preguntar. Morgan Freeman como casi siempre que se le otorga un papel de este estilo está demasiado frío y soso, creo que no es una de sus mejores actuaciones.

Así que mi más humilde opinión, es que salí de la sala con una sensación de malhumor porque durante casi dos horas no ví mas que violencia que incita a la violencia, todos los personajes aparecen con una pistola, y donde la muerte de los seres humanos es algo como lo diría yo… inhumano.

28 de agosto de 2008

'Hellboy II: El ejército dorado', la humanidad del demonio incomprendido

En el año 2004 Guillermo del Toro irrumpió con ‘Hellboy’, una película que adaptaba con bastante fidelidad (sobretodo en cuanto a lo visual) la conocida serie de cómics de Mike Mignola. Fue antes de que la crítica aplaudiera con unanimidad ‘El laberinto del fauno’, pero desde luego en esta película ya demostró que su personal estilo en títulos anteriores como ‘El espinazo del diablo’ o ‘Blade II’ no era casualidad. Del Toro, más que un director de cine, es un esteta, un amante incondicional de la imagen.

Si analizamos ‘Hellboy II: el ejército dorado’, lo cierto es que una previsible secuela de las aventuras de este “chico del infierno”, en la que repiten protagonismo Ron Perlman (en un papel que le viene que ni pintado) y la anodina Selma Blair. Los cambios desde la primera parte hasta esta segunda son más que evidentes: Del Toro ha sido consciente de que, por el tono de la historia y por venir de un cómic, le podía exprimir un carácter de blockbuster que no tenía la primera, y que, en esta continuación se han acentuado hasta hacer recordar otras sagas archicomerciales como ‘Las crónicas de Narnia’ o ‘La momia’.

Tras una torpe presentación de personajes, se muestra a Hellboy (Ron Perlman), su amiga con derecho Liz (Selma Blair), y el amigo de ambos, Abe (Doug Jones), tres seres paranormales que no encajan en una sociedad puramente humana, pero que aún así prestan sus poderes al servicio de ésta. En un mundo subterráneo y paralelo, el príncipe Nuada (Luke Goss) traiciona a su padre, el rey de los primeros hijos de la Tierra, para tener mayor poder y así derrocar de su hegemonía a los seres humanos, a los que odia.

Hellboy, sin dudarlo, se mete en la investigación para neutralizar la amenaza. Es curioso que se ofrezca a echar una mano de una manera tan altruista, cuando en realidad el dilema moral que se plantea es mucho más profundo y complejo. Es esto un acierto de la película, que inicia como una aventura vacía y plana, y que poco a poco mete al espectador en un mensaje demoledor: los humanos despreciamos todo lo que es diferente. Nos da envidia, asco, miedo o todo a la vez. Por mucho que nos ayude, el diferente siempre será un bicho raro, un paria, una molestia. Una reflexión que sin duda tiene analogías con la propuesta por Christopher Nolan en su reinvención de Batman.

Nuada es el villano, un trangresor que no duda en matar a todo el que se oponga a sus planes, pero seguramente es un ser en una situación prácticamente igual a la de Hellboy, su antagonista. Son individuos condenados a ser extraños para el resto, a ser incomprendidos y a “tragar” con la falta de aceptación del populacho. En la primera escena vemos cómo Hellboy es educado pacientemente por su padre adoptivo, el profesor Trevor Bruttenholm (John Hurt, en una breve pero convincente actuación).

Se nota mucho que Guillermo del Toro, además de ser el director, también es el guionista. Y es que en muchas ocasiones rechaza un argumento más consistente con tal de exponer su extensísimo repertorio visual, su constante imaginería que en ciertos momentos, hace que ‘Hellboy II: El ejército dorado’ parezca la segunda parte no ya de ‘Hellboy’, sino también de ‘El laberinto del fauno’. Su gama de colores, criaturas, escenarios; sus batallas, movimientos de los personajes, explosiones, persecucciones… todo en esta película está realizado con minuciosa maestría. El aspecto gótico, o al menos oscuro, es digno del mejor Tim Burton. Y lo siento, es inevitable comparar a Del Toro con Burton porque son los únicos que pueden combinar la penumbra que invade a sus personajes con una belleza poética que aparece cuando uno menos se lo espera. No es casualidad, por supuesto, que la banda sonora sea del experto Danny Elfman, que ha compuesto melodías portentosas aunque algo impersonales.

La película mejora, como ya he comentado, en su segunda mitad, donde trasciende su condición de cine palomitero para dar una estocada casi imprevista, que genera debate moral: Hellboy es una especie de superhéroe a su pesar, que lucha contra el príncipe Nuada sin darse cuenta de que está combatiendo contra su propia condición, haciéndole un flaco favor a los “suyos” y un desinteresado regalito a los seres humanos que tanto le denostan.

Prácticamente todo en ‘Hellboy II: el ejército dorado’ mejora a su predecesora. Tiene mayor cantidad de dosis de humor (y más acertada, sobretodo en boca del protagonista), más espectacularidad, mayor claridad visual y narrativa. En contra, tiene el resultar demasiado larga pese a que no dura más de dos horas, y es porque los efectos visuales revelan que el argumento está considerablemente hinchado, y la turbia relación entre Hellboy y Liz, algo maníquea.

‘Hellboy II: el ejército dorado’ es, en conclusión, una buena película, maravillosa en el apartado técnico, que sin embargo deja algo frío al espectador por las intermitencias y la escasa solidez de su guión (sobretodo por su nudo, falto de cierta energía), y unas actuaciones aceptables pero no entregadas, fruto de una dirección de actores bastante floja. La tendencia al exceso de Guillermo del Toro es esta vez un punto a favor con mucho mérito. Es, a todas luces, una dirección artística ejemplar, con una iluminación, fotografía, vestuario y maquillaje rebosantes de frescura, brillantez y talento. Y pocas veces la omnipresencia de los efectos digitales ha estado tan bien llevada, ha sido tan bonita y estimulante.

Via: www.blogdecine.com

12 de mayo de 2008

Iron Man: Critica


Cada vez son menos los superheroes importantes de la Marvel que quedan sin su correspondiente adaptación a la gran pantalla. Uno de ellos era 'Iron Man', uno de los más queridos por los aficionados principalmente debido al carisma de su protagonista, el multimillonario Tony Stark.

Cuando se anunció que el Hombre de Hierro iba a ser llevado al cine por Jon Favreau, un hombre que lo más importante que había dirigido en toda su carrera eran la patochada de Elf o Zathura, nos temíamos lo peor. Sin embargo, cuando se anunció que el papel de Tony Stark iba a recaer en Robert Downey Jr., el proyecto empezó a prometer. Y es que la elección de Downey Jr. para ser Iron Man / Stark es una de las mejores decisiones tomadas del cine de superheroes moderno. Downey Jr. ha sido un chico malo, alcohólico, mujeriego, millonario... Todo lo que el papel de Stark requería. No tenía que actuar como tal, si no que simplemente tenía que volver a ser él mismo. Tan sólo le quedaba ponerse la armadura.



'Iron Man' es una gran adaptación del cómic creado por Stan Lee y que sin duda satisfacerá a sus seguidores. La película contaba con un gran presupuesto que se ha destinado en su mayoria a los geniales efectos especiales, que sin ser tan impresionantes como los Spiderman 3 por poner un ejemplo, son una delicia verlos en pantalla.

Pese a las logradas escenas de acción, de Iron Man me quedo con su genial flashback inicial en el que nos presenta al Tony Stark que siempre hemos querido ver. Downey Jr. está impresionante, creíble y soporta todo el peso de la película apoyado brillantemente por un brutal Jeff Bridges y un Terrence Howard que es la "vis cómica" perfecta que necesita el personaje de Stark. Sin duda, el personaje más desaprovechado de toda la película es el de Paltrow/Potts que se limita durante toda la pelicula a lucir botox, modelitos y cara de pena.



Como ocurre en la primera entrega de la mayor parte de las películas de superheroes, la acción se deja de lado en las dos primeras partes para ayudarnos a conocer más el universo partícular del protagonista y su alter-ego. Al igual que ocurría en Batman Begins, Spiderman u otras tantas, aquí lo que importa es conocer el qué lleva al personaje a convertirse en el superheroe. Ya será en la siguiente entrega (quedaos hasta el final de los créditos) donde toda la acción y potencial del personaje pueda verse.

En definitiva, 'Iron Man' es una más que correcta adaptación del célebre cómic y que sin llegar a los niveles de 'Batman Begins', sienta la bases para una saga de películas que puede darnos muchas horas de diversión.

Lo Mejor: Robert Downey Jr.
Lo Peor: La Paltrow está completamente desaprovechada.

Fuente: www.aullidos.com

11 de diciembre de 2007

The Dark Knight: primer cartel oficial


Creo que el primer poster de The Dark Night es de lo mejorcito que ha salido sobre esta pelíucla hasta el momento, junto con las primeras fotos. Lástima que siempre se cumpla a lo largo de toda esta saga ese perjudicial dicho: una de cal y otra de arena. Esto se demuestra una vez más en que otra vez nos enseñan una foto del Batman más galáctico y chupaportadas que ninguno. ¿No se está pareciendo, gracias a esta campaña de marketing viral, más a una estrella de rock que aun superhéroe?
¿Por qué se nos está mostrando tanto sobre la nueva película de Batman? ¿Será todo un montaje, una ilusión? ¿Los productores no temen destrozar la película por culpa de tanta información que está a apareciendo a cuentagotas?



30 de noviembre de 2007

CINE : critica Beowulf



Una historia épica, sin muchos giros de guión, directa, pero no por ello simple ni aburrida. Con personajes heroicos, pero con todos los pecados posibles. Técnicamente impecable, aunque hubiera preferido una película al estilo de 300. Recomendable."

Esta bien, pero…..

Esa fue mi frase nada más salir del cine. Beowulf es una película que me ha gustado, con bastante épica, buenos personajes, una historia sencilla, sin demasiadas dobleces, donde lo interesante es ir descubriendo a cada uno de los personajes, su forma de actuar, su personalidad, sus ideas, e incluso como van cambiando. En ese sentido, esta bastante bien, no siempre hay que darle cuarenta vueltas al guión, trampas y sorpresas, para que resulte, y sobre todo, resulte una historia épica. Beowulf es un héroe, por supuesto, no tiene miedo y se enfrenta al bicho que haga falta, pero también esta enamorado de si mismo y de su leyenda, y no pierde ocasión de aumentarla. El resto de personajes, son bastante arquetípicos, con el consejero intrigante y cobarde, el guerrero lujurioso, la reina joven casada con el rey viejo y decadente, pero todos tienen su historia y su fondo, que los hace atractivos.

Sobre el papel, es una película muy buena, pero todo cambia cuando se decide como rodarla. El problema, al menos para mi, es el estilo usado para rodarla. He trabajado como informático haciendo 3D, y me gusta mucho, pero aun asi, no me acaba de gustar el estilo de digitalizar la actuación de un actor. Prefiero el sistema Final Fantasy de basarse en un actor y hacerlo íntegramente digital o por el contrario, el estilo 300 de actores reales en un mundo digital. Esta claro que Beowulf consigue un gran resultado, con escenas preciosas, fondos y ambientación muy bien diseñados y trabajados e incluso los diseños de seres extraños muy espectaculares, sobre todo el dragón y la madre de Grendel, aunque claro, teniendo las curvas de Angelina JOlie como base, ya es un buen principio. Pero no me acaba de convencer. Muchas veces, los personajes tienen caras muy rígidas, y sus movimientos no acaban de ser fluidos.

Sobre todo, como dijo Gatonegro se nota en exceso la rigidez de las manos, tanto al coger objetos, como en los momentos en que el personaje no las usa directamente, les falta mucha expresividad. Por mucho que mejore la tecnología sea superior, en detalles como el pelo, por ejemplo, se nota que el gasto de horas en animación no llega al nivel de Final Fantasy y su fluidez. Esta misma película, con actores reales, el mismo director, rodando exactamente igual y todo el esfuerzo de diseño de escenarios y fondos, hubiera sido una película absolutamente espectacular.

En Resumen: épica, directa, con personajes que reflejan otra época en su forma de actuar, bien dirigida y montada, hubiera sido una película inmejorable, de haber seguido la estela de 300 y situar a actores reales en un mundo construido digitalmente. Aun asi, una forma de contar una historia que ojala se repita.